viernes, 19 de octubre de 2007

EMPEZAR A BORRAR LA CICATRIZ IMBORRABLE

Por Marcos Fioravanti

Las megaciudades, o simplemente el aislamiento urbano, son de las principales causas de la falta de conciencia ambiental en las sociedades modernas... ¿no lo creen asi?

Basta conocer procesos sencillos de la naturaleza, como el crecimiento de una planta, la descomposición de una cáscara de banano o la dilución de un litro de aceite, para entender la magnitud del daño ambiental que hemos estado ocasionando por años.

Desde hace mucho el ser humano, inmerso en las ciudades y en el mercado, sólo necesita dinero para adquirir lo que demanda (alimento, ropa, medicina, techo, lujos) y para deshacerse de sus desechos (basura, aguas residuales negras, gases). ¿De dónde viene todo lo que adquiere? ¿a dónde va todo lo que desecha? ¿cuánto demora en formarse o cómo impacta a la naturaleza la producción de sus bienes o la generación de sus desechos?

Esas son algunas de las preguntas que el ser humano de hoy no podría responder correctamente... “La comida la compro en el súper, la basura se la lleva el camión y las aguas residuales se van por el water” dirían muchos.

Lo cierto es que todo este gigante sistema consumista que hemos creado ha sobrepasado ya la bio-capacidad de la tierra para abastecernos de recursos y digerir nuestros desechos.

De eso se trata la huella ecológica que, algunos afirman, ya es una cicatriz imborrable cuyas consecuencias las empezaremos a sentir caóticamente durante este siglo.



La industria mueve, extrae, quema, desperdicia, bombea y descarga 1,800,000 kilos de materiales para poder proveer las necesidades anuales de una familia americana de clase media.

Se utilizan 9,000 Kilos de materiales para hacer una computadora portátil de 2¼ kilos.

En el Congo, donde se encuentra el 80% del mineral COLTAN del que depende la fabricación de celulares, se ha reducido la población de gorilas en un 90%, junto con 2.5 millones de personas que han muerto por los conflictos que ha generado la extracción de este mineral.


Según una publicación del 2006 del World Watch Institute, un estadounidense promedio tiene una HUELLA ECOLÓGICA de 9,7 hectáreas; mientras que la de un chino promedio es de 1,6 hectáreas.

En el caso de China, cuyo auge está en la mira de los ecólogos, la situación es más grave cuando se multiplica por sus habitantes. Si bien su huella ecológica per cápita es 84% inferior a la de los estadounidenses, China tiene una huella ecológica total apenas 27% inferior a la total de EEUU y 5% inferior a la de toda Europa.

Lo anterior no quiere decir que EEUU esté libre de culpa (consume la cuarta parte de la bio-capacidad del planeta teniendo apenas el 5% de la población mundial), sino que la situación es aún más preocupante ante el auge industrial de China e India, cuyas emisiones de carbono se han incrementado en un 67% y 88% respectivamente de 1990 al 2004 según el World Watch Institute.

Hay que tener en cuenta que el estilo de vida actual ambientalmente irresponsable se extiende a la mayoría de países del mundo. En base a la superficie de tierra y mar productiva que hay disponible en nuestro planeta, se estima que puede soportar una huella ecológica promedio de 1,8 has por persona.

La mala noticia es que la huella ecológica promedio de los terrícolas es hoy de 2,2 hectáreas por persona. Desde la década de los setenta sobrepasamos la bio-capacidad del planeta (capacidad del planeta de abastecernos de recursos y digerir nuestros desechos) y cruzamos la línea de la insostenibilidad de nuestro “desarrollo” cortoplacista.

Me pregunto, ¿cuál es el estilo de desarrollo sostenible o sustentable, que permita a las futuras generaciones disfrutar de este planeta como nosotros lo hemos alcanzado a ver?


¿No se preguntan lo mismo?... y muchos seguimos buscando en los países “desarrollados” una respuesta.


Lo cierto es que si todos los terrícolas viviéramos como un estadounidense promedio necesitaríamos 5 planetas Tierra para satisfacer nuestras demandas.


Creo que, como consumidores, debemos empezar a formularnos una serie de preguntas antes de comprar: ¿de dónde viene lo que estoy comprando? ¿cuánto ha viajado? ¿cómo y con qué se hizo?

Debemos preguntarnos ¿qué estilo de vida debemos perseguir? ¿qué hace mi Municipio con la basura y las aguas residuales?

En esta línea de pensamiento, el Reino Unido está promoviendo una iniciativa para que todos los productos presenten en sus etiquetas la cantidad de carbono que liberaron durante su elaboración y transporte. Esta propuesta tardará un tiempo, pero el consumidor inteligente puede iniciar desde ya.

Creo que es momento de que usted calcule su huella ecológica. La manera rápida es hacer clickaquí: http://www.earthday.net/footprint/index.asp.
Le recomiendo que ingrese a esa página mida su huella ecológica y empiece a actuar para reducirla... hacerlo es cuestión de supervivencia.