lunes, 8 de octubre de 2007

¿Conciencia ambiental que ahorre dinero?

Todos hemos escuchado el llamado a cuidar el planeta o sufriremos la amenaza de sequías. Todos –o casi todos- hemos escuchado hablar del Calentamiento Global y habremos oído de la Verdad Incómoda de Al Gore. Hemos escuchado de la deforestación de nuestra amazonía, de la exterminación de tribus ancestrales o la desaparición de animales en vías de extinción.

Son alarmas que nos suenan tan lejanas que solemos pensar que no podemos –realmente- hacer mucho al respecto.

Son alarmas que ustedes podrían pensar exageradas. Si les digo que cuidar el medio ambiente o propender hacia programas de desarrollo sostenible es cuestión de supervivencia, ustedes podrían pensar "Jose Javier se volvió apocalíptico..."

La realidad es otra. Porque si podemos hacer, y mucho, al respecto. Podemos ajustar nuestros comportamientos y hábitos personales, laborales o comunitarios y empezar a ver resultados positivos.

Y al hacer estos ajustes podemos lograr importantes ahorros… no sólo de energía, también de dinero.

¿Cómo?

Podemos, por ejemplo, ahorrar energía, agua o combustibles. Hay maneras sencillas, y no propondré caminar al trabajo o car pools en Ecuador, ni sugeriré apagar la tele antes del programa favorito, ni siquiera propondré un sacrificio extremo.

Hablemos del agua. No les diré que vivimos una sequía importante sin comparamos las precipitaciones lluviosas de 2006 con años anteriores. Ni pretenderé ser alarmista sentenciando que el agua que no ahorramos hoy no tendremos mañana. Veamos el tema del agua desde una perspectiva más práctica.

Veamos el tema del agua desde la óptica práctica del dinero.

¿Qué hacemos cuando nos lavamos las manos o los dientes? Generalmente dejamos el agua correr. Pues un grifo abierto consume hasta 12 litros de agua al minuto. Si, además de dejarlo abierto, el grifo esta dañado y gotea… pues perderemos 170 litros de agua al mes, en promedio.

Al desperdicio que comenté sumemos el agua sobrante de las jarras de las comidas y de lavar verduras que botamos, en lugar de usarla para regar las plantas. O el agua que corre cuando nos duchamos, en lugar de abrir el agua y remojarnos, apagar el agua mientras nos enjabonamos y luego abrir el agua otra vez.

¿Hacemos la suma? Talvez ustedes ahora piensen que la planilla mensual de agua, incluso si se duplica, es fácil de pagar… ¿ahorrar unos pocos dórales? Pero ¿qué tal si usted, y ella, y él, y todos ahorran esos dólares de agua al mes? Estoy seguro que al cabo de un año podrán salir a cenar en un restaurante, o ir al cine, con ese ahorro. Y más seguro estoy que habremos mejorado las reservas nacionales de agua.

Pero veamos el tema, ahora, desde la óptica de la basura.

Ya se hacen, en el país, algunos esfuerzos al respecto. Idealmente todos debiéramos estar separando la basura –al menos- en tres categorías: vidrio, plásticos y biodegradables como cáscaras, huesos de animales o restos de comida.

¿Por qué reciclar? He aquí unas ideas: reciclando el plástico se reduce el consumo de petróleo; una tonelada de papel reciclado evita la tala de 17 árboles; una lata reciclada de aluminio ahorra la energía para que un televisor funcione tres horas.

Reciclar una botella de vidrio ahorra tanta energía como la que se necesita para mantener encendido, un bombillo de 100 vatios, durante 4 horas.

Por cierto, casi el 100% de la basura que botamos -en realidad- no es basura… puede reutilizarse o reciclarse.

Verdad de Perogrullo, todos los seres del planeta requieren de alimento, energía y agua para crecer y vivir. Desde los hombres hasta las plantas. El tema es que ese consumo genera la extinción de unos bienes o materias y luego, desperdicios.

Les doy un ejemplo extremo. ¿Sabían que se utilizan 9.000 Kilos de materiales para hacer una computadora portátil de sólo 2,25 kilos?

Me dirán que es el precio de la modernidad. Y que no podemos quedarnos en el pasado. Es cierto. Pero…si este consumo y desperdicio es inevitable, hay tres preguntas que vienen a mi mente y quiero compartir:

1. ¿qué tanto daño hemos hecho al planeta con nuestro consumo?

2. ¿cuánto material queda para seguir consumiendo? Y

3. ¿hay algo que yo (y todos) pueda (n) hacer por paliar el efecto negativo?

Háganse esas preguntas. Piensen en las repuestas.

¿Qué respuestas obtienen? Entonces vuelvo dónde empecé.

¿O lo vemos desde el punto de vista estético? Miren estas fotos:



El 15 de septiembre, por el Día Internacional de Limpieza de Playas, Marco lideró un equipo para.... limpiar playas. Pero ese no es el tema acá. Concéntrense en las fotos. Son fotos de una playa en el Guayas.

¿Lindo el perrito, no? O debiera preguntarles si les gustaría bañarse en un mar verde... y no por esperanza... ¿les gustaría?

Si este consumo y desperdicio es inevitable, entonces también es inevitable hacer campañas efectivas de conciencia ambiental. Y es inevitable actuar.

Campañas y acciones que nos llevarán tan lejos como dónde esté nuestra casa. Mi casa. Su casa. No hay que ir al bosque a resembrar árboles, ni cuidar animales, aunque sería de gran ayuda. Podemos empezar desde casa. Y créanme, debemos empezar ahora mismo... porque –en definitiva- es cuestión de supervivencia